viernes, 2 de febrero de 2007

Antes de Nelson Olsenn

Habìan pasado varias semanas desde mi ultimo encuentro con Nelson, era poco probable que algo asì ocurriera, sin embargo no podìa ser tan estúpido como para engañarme, llevaba exactamente veintitrés dìas de no dar con Olsenn.
Pasados los primeros dìas mi desconsuelo fuè creciendo y creì haber perdido su rastro definitivamente. Habìa imaginado que tal vez, conociendo su espíritu libre, hubiera decidido partir hacia cualquier otro punto de la ciudad, del paìs o del mismo globo, no habìa forma de saberlo. Si bièn yo habìa entrado en contacto con varias personas de su entorno, nunca habìa develado mi verdadero interés y no era prudente comenzar a levantar sospechas con preguntas inadecuadas.
Me enfrente entonces a la penosa idea de haber perdido al fantástico Nelson Olsenn, todo mi trabajo hasta el momento se viò repentinamente empañado, desarticulado y estéril. No tenìa consuelo.
Estaba tan abstraido en la ausencia de su persona que habìa olvidado todas las notas que esperaban ser ordenadas. De un modo sutil, el recuerdo se hizo presente. Con gran esfuerzo y con sumo cuidado, al menos creo que asì fuè, habìa conseguido una cuantiosa información del paso de Olsenn sobre la tierra. Las notas sin embargo se encontraban mezcladas, fraccionadas, sin ningún orden cronològico. La mayorìa de los datos me habìan sido suministrados de una forma anecdótica y los saltos de espacio y tiempo eran abismales.
Ya habìa dado comienzo a su organizaciòn, pero solo habìa sido una mirada somera. Al recordar el trabajo que aguardaba sentì reconfortarme lentamente, fuè un verdadero aliciente ante la realidad de no encontrar a Nelson.
Mediando la segunda semana de no verlo, comencé a compartir mis guardias frente al departamento, con la organización de toda esa vasta información. Los padres de Olsenn tambièn estaban garabateados.

“ Existe una romántica historia, que se ha conservado, de cómo Asa Haraldsen y Erling Olsenn se conocieron.
Erling pertenecía a una familia humilde de la zona portuaria de Oslo, a la tierna edad de trece años se habìa negado rotundamente a continuar sus estudios alegando que no era forma de tratar a un ser humano. Su decisión fuè inapelable y se propuso buscar un empleo que tuviera en cuenta sus aficiones. En la precaria situación económica que vivìan sus padres la desiciòn del imberbe Erling fuè un balde de agua congelada, un enorme cubo de hielo sobre sus cabezas, sin embargo no habìa forma de contradecir al pequeño, tenìa un fuerte carácter o acaso sus padres no tenìan carácter en absoluto.
Erling no encontraba trabajo, los pocos que habìa conseguido los habìa abandonado rápidamente, sin embargo uno de ellos, el que mantuvo por mas tiempo, le ayudò mucho a definir que tampoco estaba hecho para el trabajo, fueron cuatro horas decisivas en su vida.
Luego de estas experiencias, salìa temprano de la casa y pasaba el dìa en la calle, aunque le decia a sus padres que andaba en busca de trabajo. Le gustaba andar cerca de la costa, habìa comenzado a tomarle cierta afición a la vida submarina y esta a èl, para su asombro habìa descubierto que tenìa cierta afinidad con los peces.
De la noche a la mañana y sin proponérselo se habìa convertido en domador de sardinas, sus dotes eran asombrosas y la gente habìa comenzado a reparar en su espectáculo.
Erling comenzò a ganar algún dinero con el que podìa sustentarse y alivianar asì a sus padres. En algunos años nadie podìa decir que no conocía a Erling.
Asa tenìa otra ascendencia, vivìa en la zona residencial de Holmenkollen, su familia era adinerada y nunca habìa pasado vicisitud alguna, iba al mejor colegio de Oslo, pero sus padres no tenìan tiempo para ella. Asa se habìa convertido en una niña rodeada de grandes lujos pero muy poco afecto y mitigaba esta falencia con algunos actos de rebelión. Algunas veces al salir del colegio se iba a los barrios bajos y se mezclaba con la gente de la clase obrera.
Asa tenìa una afición que con el tiempo se habìa convertido en una necesidad, una verdadera pasion, adoraba lavar sus ropas en las aguas del mar. De esta forma solucionaba dos inconvenientes, en primer lugar daba rienda suelta a su pasión y se sentìa realizada como mujer y por otro lado evitaba las cuantiosas sumas de apresto. Se habìa preparado un pequeño set dònde llevaba un jabón espumoso y un quitamanchas casero, receta familiar que habìa desarrollado una bisabuela de nombre Vigdis.
Una tarde al salir de la escuela, como ya era costumbre, Asa emprendió el camino hacia los barrios bajos a orillas de las costa. Llegò al punto de su predilección y sacò su pequeño maletìn con los productos de limpieza y unas prendas que habìa llevado para la ocasión, - una pollera floreada y una polera haciendo juego - dispuso los elementos y comenzò a remojar las prendas en las agitadas aguas marinas.
Su placer era tan grande en esos momentos que no se percato del acto extraordinario que se estaba desarrollando a centímetros de sus ojos. Asa, luego de sumergir y frotar reiteradamente la polera, la dejò reposar en la salada agua mientras buscaba la pollera que habìa dejado a un costado. Tomo el quitamanchas casero y comenzò a tratar la prenda seca, distraida en estos menesteres no pudo observar que la polera continuaba moviéndose en una danza cautivante.
A unos cincuenta metros de donde se encontraba Asa, Erling con ademanes y silbidos, y porque no exclamaciones de un pùblico generoso, hacìa danzar a un sinnùmero de especies marinas, a esta altura ya no solo podìa controlar a las sardinas. Entre los integrantes del elenco, destacaban un atùn bastante obeso y una ballena azul, nunca se supo con certeza si esta ùltima fuè cautivada por los silbidos de Erling o simplemente habìa encayado por ahì, como es su costumbre. Lo cierto es que sus movimientos estaban cercanos a un shock elèctrico.
Cuando Asa volvió a enfocarse en el agua, su floreada polera se alejaba de la orilla y en una danza de mangas aleteantes comenzò a costear la playa hacia el oeste, Asa sin demora, aunque estupefacta tomò sus cosas y comenzò a seguir el curso de la danzante prenda. Su mirada habìa perdido la visión periférica y la polera era lo ùnico que entraba en su atención. Cuando quiso acordarse estaba corriendo, la velocidad de la confección era sorprendente.
Se asustò, pensò que la perdería. Vio peces que seguían a la perfección una extraña coreografìa al compàs de un todavìa mas extraño silbido y chocò contra un objeto macizo. Asa y Erling quedaron abrazados, casi trabados, se miraron a los ojos y en ese preciso instante lo comprendieron, estaban hechos el uno para el otro. Sin perder el tiempo, el obeso Atùn se colocò una tùnica y llevo a cabo la ceremonia, Asa y Erling eran un matrimonio, la polera y la ballena azul fueron los testigos y la conmocionada masa de espectadores soltò una ovación que Erling nunca olvidarìa.”
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante pausa en el tiempo...
Inquitante ansiedad ....
Compulsiva necesidad de saber porque..como..donde....y mas...



QUE PASOOO CON OLSENNN???

SALUDOS

CASANDRA

Diogenes Fuertes dijo...

Veremos Casandra, veremos. Gracias por el interès. Habrà que estar atentos.

Angel Mosquito dijo...

lo sigo de cerca, primo, no le afloje...
cuentese algun episodio que involucre a Olsen, el sexo y las fisica cuantica, si tal cosa hubo existido en la vida de este noruegombre.

dele por las montañas, derechito nomas, que a alguna parte se llega.

Diogenes Fuertes dijo...

Como me alegra leer que ha pasado por estos parajes. Creo que hay grandes posibilidades de que aparezca algo como lo que pide. Ud. no me afloje tampoco que le ando siguiendo el camino tambièn, acà lo linkee por cierto. Un abrazo

Estar latiendo dijo...

Estoy sorprendida con la vida del profesor, la física cuántica, el hipertexto, el poder de la red..., y tantas cosas.

Un placer escucharlo, y aún más leerlo. Harto talento.

Cariños de su fiel amiga

Diogenes Fuertes dijo...

Un placer recibir tantos halagos juntos viniendo de usted. No se haga muchas ilusiones con el talento, es prestado, en algùn momento lo tendrè que devolver.

Gracias por pasar y por esas palabras que sabe usar tan bien.

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